“Vamos lento porque vamos lejos” decía el presidente Gabriel Boric el 11 de marzo en su discurso desde el balcón de La Moneda la noche en que asumió el gobierno de Chile. Con esta poética frase el nuevo mandatario sintetizaba su llamado a tener paciencia y moderar las expectativas ciudadanas como condición necesaria para poder llevar a cabo los cambios estructurales que ha prometido. De esta forma, la estrategia de instalación del nuevo gobierno está marcada por la tensión entre la urgencia de las transformaciones socioeconómicas y la moderación política para llevarlas a cabo.
Tras poco más de un mes de haber asumido, el gobierno está enfrentando diversos problemas: errores comunicacionales de sus ministros/as, complicaciones económicas, lentitud en desplegar su agenda de transformaciones, dificultad para ordenar a su coalición en el Congreso y una oposición cada vez más beligerante contra la nueva constitución anticipan un duro trámite político para las emblemáticas reformas en el Congreso.
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