Hoy la realidad de los países que conforman la Asociación Estratégica entre la UE y la CELAC es completamente diferente. Si bien tomaron contacto en la última Cumbre Iberoamericana en República Dominicana, prevalecieron las fracturas y las diferencias entre países y posturas.
Ambas regiones enfrentan un contexto desafiante. Ha aumentado el riesgo de fragmentación en bloques geopolíticos y económicos. América Latina y el Caribe están ante el dilema de pertenecer al hemisferio occidental o fortalecer su integración intrarregional.
Europa con desafíos inéditos, ante una agenda influída totalmente por el conflicto entre Ucrania y Rusia con una fuerte desaceleración de su crecimiento a un magro 0,1% para 2023, con gastos militares crecientes para apoyar a Ucrania lo que implica dejar atrás otras prioridades de desarrollo y con dilemas sociales para preservar su sociedad de bienestar.
América Latina y el Caribe por su parte, es hoy una región más desigual, más pobre, más endeudada, más polarizada y más desconfiada. Enfrenta múltiples crisis sufriendo los impactos del conflicto de Ucrania con altos niveles de inflación (7,7% en promedio) a pesar de que los precios de combustibles y alimentos parecen haber llegado a su límite.
El impacto de la pandemia, la crisis climática, las disrupciones en las cadenas de suministro, el endurecimiento de las políticas monetarias y el financiamiento internacional y la deuda pública y privada y baja recaudación fiscal agobian hoy día a esta región. Los riesgos económicos han aumentado junto con la incertidumbre y el desencanto social generando mayor polarización política.